miércoles, 25 de abril de 2007

¡Qué lástima pero adiós...me despido de ti y me voy!


Sé que es una putada revelar la incógnita de lo que aconteció en mi cada vez menos dulce hogar así como quién no quiere la cosa ya en el título del post, pero es el mejor resumen del breve, brevísimo (casi tanto como lo que me duró la esperada lucidez) desencuentro con mis ex (como los donuts yo las gano de dos en dos, exnovia, examiga).
Presintiendo que lo que tuve con mi frase estelar de los sapos fue sólo un amago de lucidez y que no había demasiadas posibilidades de que ésta se instalara definitivamente en mi ser, decidí optar por el plan dos ante la llegada inminente de Marta.
El plan dos (también conocido como plan recurso) no sólo nunca falla sino que además crea un efecto en tu adversario fulminante (los efectos secundarios para quién lo practica son considerables, pero no es éste el tema que nos ocupa). El plan recurso tiene un nombre: Indiferencia Total, y cómo su propio nombre indica consiste en hacer ver que absolutamente todo lo que está aconteciendo a tu alrededor no te afecta lo más mínimo. El efecto rebote es rápido y matador para el contrincante que siente en sus propias carnes como algo que debería destrozarte te importa menos que un concierto del Fary por lo que (por una extraña regla de tres) quien acaba destrozada es ella ante tu pasividad (esto es una Masterclass por la que debería cobraros). Hay dos reglas básicas para que Indiferencia Total funcione:
I) Utilizar sólo monosílabos o en su defecto frases muy cortas (si hablas la acabas cagando)
II) Mirar al contrincante lo mínimo posible (si la miras, te enciendes y la acabas cagando)
Así que me espatarré en nuestro, perdón MI maravilloso sofá y encendí la tele para ver con un interés descomunal (es importante que parezca que así es).... Dolce Vita (que queréis es lo que daban a ese día y esa hora). Mi queridísima ex intentaba llamar mi atención de cualquier manera posible (a saber una tos más fingida que sus orgasmos conmigo, un ruido forzado, etc) pero yo no apartaba la vista de Belén Esteban y el apasionante repaso de su vida y obra (esa chica se mete algo no?porque muy normal no es). Ahí estaba yo esnsimismada con la Esteban cuando una llamada perdida al móvil de mi ex anunció el momento esperado. Todo estaba listo para el final oficial de nuestra relación. Ella intentó un acercamiento verbal (que consistió en un conciso: Bueno, pues ya está... me voy) y yo lanzé un: ahá, que vaya bien inaudible por el altísimo volumen de la tele en combinación con la ordinariez de la Esteban.
Fustrada (prueba irrefutable de que mi plan funcionaba) recorrió el camino que separa el comedor de la puerta de entrada y... se fue, así sin aspavientos.
No sé si os estaís dando cuenta de la importancia del momento pero estaba disfrutando de mis primeros segundos de soltería, me levanté y al grito de "Arriiiiba la Mamen" empecé a limpiar el piso (no sé porque extraña razón necesitaba limpiar). La escena era de lo más deprimente: Belen Esteban de fondo y yo con el mocho limpiando. Pero que coño, era sábado noche y la era Mamen no había hecho más que empezar, sólo tenía que hacer un par de llamadas y la fiesta estaba garantizada.

viernes, 13 de abril de 2007

¡Cuando los sapos bailen flamenco!


Cúanta verdad encierra esa frase que dice que en muchas ocasiones la realidad supera la ficción o en este caso ¿quedaría mejor aquella otra de "Encima de burra, apaleá"? La cuestión es que esa y no otra es la canción que se sonaba en mi hogar (de todo menos dulce) cuando mi siempre sorprendente ex me abrió la puerta (sí, en efecto encima fui de educada y piqué al timbre... por si acaso) Cuando los sapos bailen flamenco (manda huevos que diría aquel). Banda sonora aparte la escena fue igual de surrealista que el título de la canción. Tras los prolegómenos que no es que me los quiera saltar pero consistieron en un hola, con respuesta idem, un ¿vamos al comedor? (después de dos interminables minutos en la puerta plantadas) y un ¿quieres tomar algo? (ella a mi ¿eh? como si fuera una invitada en la hora del té), la susodicha se levantó y empezó a seleccionar libros de la estantería, uno a uno, apilándolos encima de la mesa del comedor. A los libros siguieron las pelis y cómo no la música en sus diferentes soportes, vinilos, cds y cassetes (sí,llamadme freaky pero en cada uno de nuestros viajes a lo Thelma y Louise acabábamos comprando una cinta en la gasolinera de turno). Intuyo que a estas alturas de la historia os estareis preguntando qué coño estaba haciendo yo ante tan insostenible situación: ordenar y descartar figuritas del mueble, eso y no otra cosa (ni apuntes en la libreta, ni sermones ni hostias en vinagre), ahí me tenéis preguntándole si quería el plato Recuerdo de Talavera de la Reína que nos regaló su madre (por fín me lo iba a quitar de la vista) y envolviendo en papel de periódico todo lo que se pudiera romper en el trayecto (calzonazas de mierda que soy! le tendría que estar tirando las figuritas a la cabeza y las estaba envolviendo para que no se rompieran). Dos horas después estábamos ya en el sector cocina dispuestas a decidir que hacíamos con la cubertería, vajillas varias y demás artículos de menaje cuando una llamada telefónica interrumpió nuestro momento reparto de bienes. Sabía perfectamente que era Marta (comportamiento típico de la "amante" para hacer saber a la otra persona que estás sufriendo por la situación tan desagradable que está viviendo y de paso garantizamos el polvo de esa noche).

Me fui al comedor, puse la canción y esperé. Cuando mi ex volvió y con cara de circunstancias me comunicó que la venían a buscar en coche para llevárselo todo, le respondí:


Los sapos no bailarán flamenco, pero follan que da gusto.


Mamen, definitivamentela lucidez estaba volviendo a tu cabecita anestesiada. Ahora sólo necesitaba que llegara antes que Marta y su coche.

miércoles, 11 de abril de 2007

Vete, olvida mi nombre, mi cara, mi casa y pega la vuelta!



Eso viene a ser lo que tenía planeado decirle a mi querida y reciente ex en cuanto me devolviera la llamada. Lo hizo dos horas y media después (no está nada mal), así haciendo un cálculo rápido en el bar en el que esperé pacientemente imaginé que todo ese tiempo lo ocuparon de la siguiente manera: media hora más de sexo desde que yo abandoné la casa (al más puro estilo Gran Hermano), media hora de sueño post-coito, un cuarto de hora en el servicio, cinco minutos para leer la nota (como vistéis no era muy extensa pero estas cosas se releen varias veces, por si hay un error y en una de las lecturas pone otra cosa), veinte minutos para lamentaciones varias y diversas (estilo.. joder y ahora que coño hacemos, si es que no tenía que haber pasado nunca, debe estar hecha polvo) y el resto del tiempo equilibradamente dividido entre volver a follar (que una cosa no quita la otra y las lamentaciones llevan al llanto y el llanto a la ternura y la ternura a los abrazos y que voy a estar contigo en esto, que total ya no os llevabais bien... en resumen estrategia de lo más cutre pero práctica utilizada por la "amante" para conseguir otro polvo por lo que pueda pasar) y una ducha rápida ya en soledad escuchando música auto-ayuda (a saber Rosana y sucedáneos).
La cuestión es que mi móvil sonó pasado todo éste tiempo y pesar de que esas dos horas y media me regocijé una y otra vez en la cantidad de improperios que saldrían por mi boca ,reconozco que hasta me los había apuntado en una libretita, para no dejarme ni uno, (también tuve tiempo para escuchar diez o doce veces ese gran aunque denostado tema de Pimpinela) sólo atiné a decir después de un silencio eterno:


"Si te va bien voy para casa en un rato y hablámos de lo que hacemos con las cosas de casa".


Mamen por Dios!!! como pude decirle si le iba bien o no, coño que se había tirado a mi amiga en mi casa y por otro lado ¿de dónde ma había salido de repente ese espíritu de tio Gilito haciendo inventario de bienes?.... Ah no! esto no iba a quedar así, había sido un grave error provocado por la falta de calentamiento ( si ya sé que la situación era como para estar ya calentita, pero yo soy lenta qué se le va a hacer). Volví a repasar todos los apuntes de la libreta, escuché un par de veces el hit musical y media hora después ya estaba lista y crecida para subir a MI CASA y vomitarle todo.

domingo, 8 de abril de 2007

Sorpresas te da la vida, la vida te da sopresas ¡ay ay!




Me llamo Mamen Tido y mi propio nombre encierra el mejor resumen de mi existencia. Haciendo honor a él mi novia ha hecho lo propio (me ha mentido) y ha estrechado en exceso los lazos con una de mis mejores amigas, ya se sabe: la línea que separa la amistad del amor es tan fina, (argumentación imposible y además poco original utilizada por la susodicha horas después).
Pero hay algo en lo que no pensó mi querida concubina, un detalle sin importancia, de esos en los que es imposible caer y menos aún cuando toda tu sangre la tienes acumulada en una parte de tu cuerpo,, que por mucho pelo que tenga poco tiene que ver con la cabeza.
En efecto, por extraño que parezca: YO TAMBIÉN TENGO LLAVES DE MI PROPIA CASA. Llámadme rara, snob o cómo queráis pero es una manía que atesoro desde siempre.
Así que ahí me tenéis (aconsejo imaginar la escena a cámara lenta, se vive más intensamente) entrando en mi hogar ¿dulce? hogar un día antes de lo previsto y sin aviso previo para sorprender a mi novia ¡Y vaya si la sorprendí! Ni la Gemio en sus mejores tiempos.
No os imaginais lo irreconocible que puede llegar resultar tu propia pareja en esa situación, que manera de moverse, de entregarse y de gemir: lo dicho irreconocible. Incapaz fui de interrumpir esa masterclass de sexo lésbico.
Así que saqué una libretita de mi bolso, un boli (no, no soy tan depravada como para tomar apuntes) y le dejé una nota encima de la mesa a mi desde ese momento(me vais a permitir que la decisión la tomara unilateralmente) ex-novia.
La nota decía así:
Cuando acabes, llámame. Creo que tenemos que hablar.
Dale un beso a Marta de mi parte.